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EL CAPITÁN TRUENO: Más información

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Los creadores de El Capitán Trueno fueron Víctor Mora y Ambrós. El primero se ocupó de los guiones y el segundo de los lápices. Posteriormente, debido a la cantidad de trabajo, ambos tuvieron que buscar colaboradores. El personaje de El Capitán Trueno fue concebido en 1956 y surge de la fascinación que siempre sintió Mora por El Príncipe Valiente, tebeo que iluminó su infancia de hijo de exiliados, antes del apagón de la Segunda Guerra Mundial.

Mora, aprovechó el personaje para sacarse dolorosas espinas del pasado. Sufrió represalias durante el franquismo por sus actividades izquierdistas. Su héroe no es sólo un hombre de acción, también es el paradigma del altruismo solidario. No hay aventura en la que el valeroso capitán no se ponga del lado de los oprimidos o deje de luchar por la libertad y la razón. El Capitán Trueno es un revolucionario por cuenta propia, un guerrillero medieval que va trocando dictaduras por democráticos consejos de ancianos. Buena parte de los sueños que Víctor Mora no podía llevar a la realidad, El Capitán Trueno los conseguía en la ficción.

La fácil aceptación popular de El Capitán Trueno se fundamenta en la atractiva personalidad de los caracteres de la serie. Aunque de planteamientos aparentemente sencillos, las historietas escritas por Mora juegan con elementos clásicos de la literatura universal. Trueno es el prototipo del héroe, aunque con evidentes aires modernos. Es un hombre de principios, no de impulsos. Combate por obligación, por fidelidad a sus propias ideas, nunca por gusto o por pasión. La audacia del capitán va pareja a su gusto por la cultura y los avances científicos: no en vano recorre el mundo en un globo aerostático adelantado a su tiempo, obra del sabio Morgano. Sus compañeros de aventuras son el perfecto contrapunto: Goliath representa el Sancho Panza pedestre, cómico, buenazo y borrachín; Crispín es la figura del aprendiz, la continuación del héroe, el niño que lee la historieta. Y Sigrid, rubia nórdica que sucumbe a la hombría de bien del caballero español, es una revolucionaria apuesta por la igualdad de sexos en pleno franquismo. Reina de Thule, país dotado de parlamento propio, Sigrid es también un poco velado homenaje a ese Príncipe Valiente que tanto gustaba a Mora.

Su primera firma para El Capitán Trueno fue con el necesariamente patriótico seudónimo de Víctor Alcázar. Encontró su compañero ideal en Miguel Ambrosio Ambrós, maestro nacional que nunca llegó a ejercer y dibujante de enorme plasticidad y fluidez de trazo. Ambrós aportó la perenne sonrisa de Trueno, unas portadas antológicas, plenas de colorido y acción, un expresivo dinamismo y las caras oficiales de los distintos personajes.

El tándem Mora/Ambrós significó el mayor éxito editorial conocido por el tebeo en España. Aunque resulta imposible contabilizar las ediciones de El Capitán Trueno, no cabe duda de que se trata del tebeo más vendido de la industria nacional. Entre 1956 y 1968 se publicaron 618 ejemplares de su propia revista, a los que hay que sumar números especiales, almanaques e historietas incluidas en publicaciones como Pulgarcito en formato historiascopio (estaba en auge en el cine el cinemascope y aquí trataron de imitarlo), ocupando la mitad de la doble página central de la revista, que compartía con el inspector Dan de Eugenio Giner y el Capitán Vendaval de Tony Bernal. El año de su aparición, un tebeo de El Capitán Trueno costaba 1'25 pesetas, en formato apaisado y con una publicación quincenal, empieza a publicarse en enero de 1960 hasta marzo de 1968, de forma ininterrumpida y semanalmente. A los pocos meses, su tirada estaba en 350.000 ejemplares semanales, estimándose que lo leían alrededor de un millón y medio de personas. El personaje de Mora y Ambrós había logrado lo que pocos en el panorama español: tener lectores de todas las edades. En los 13 años que se mantuvo su publicación, la serie conoció dos reediciones, y las que se han hecho hasta el día de hoy son incontables.

Su peculiar estilo, ha dado la posibilidad de que su publicación no fuese tan sólo a nivel nacional, habiendo sido publicado en varios países, entre ellos, Francia, donde se publicó con el título de "Amigo". El cuadernillo de aventuras comienza su andadura en 1956 a manos de Víctor Mora (con el seudónimo de Víctor Alcázar) y Miguel Ambrosio Zaragoza (Ambrós).

A lo largo de los 618 fascículos de que consta la colección, Victor Mora guioniza los nímeros 1 al 25 y 46 al 618, mientras que Ricardo Acedo guionizaba los números 26 al 45. Igualmente que en el cuadernillo, muchísimos profesionales, de la historieta se hicieron cargo de la colección. Miguel Ambrosio Zaragoza "Ambrós", Angel Julio Gómez de Segura Beaumont, Francisco Fuentes Manuel, Juan Martínez Osete, Claudio Tinoco Caraballo, Tomás Marco Nadal, Luis Casamitjana Colominas, Rodrigo Rodriguez Comos, Francisco Dïaz, Juan Escandell Torres, Gil Bao, Adolfo Alvarez Buylla, Fëlix Carrión Cenamor, Vicente Torregrosa Manrique, Manuel Ubeda Fuentes, Angel Pardo Ruiz y José Grau.

Algunos estudiosos han citado a Casanovas como dibujante de algunas páginas del Capitán Trueno. Si bien es cierto que el propio dibujante ha dicho que efectivamente ha dibujado alguna aventura, también lo es que nunca fueron publicadas en España. Se cree que se enviaron a una editorial alemana por parte de Bruguera y que no fructificó.

La última, recién salida al mercado, recoge las historietas que se publicaron en formato vertical bajo el título Capitán Trueno Extra, a partir de 1960. Fuera de nuestro país ha sido editado con éxito en numerosos países hispanoamericanos, en Portugal y en Francia. El proyecto, largamente pospuesto, de una película de animación ya está en marcha. La leyenda sigue viva, y con su impronta de héroe tan humano como férreo, El Capitán Trueno todavía tiene cuerda para rato.

Aunque sólo dibujó parte de la producción, su estilo fue tan definitorio de la serie que la editorial -Bruguera- obligaba a los demás dibujantes a seguir su patrón. Sólo artistas con valía y coraje, como Ángel Pardo, Fuentes Man o Jesús Redondo, se atrevieron a salirse de la norma y aportar su toque propio.


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