Miguel de Cervantes y Saavedra, poeta, novelista y dramaturgo español, considerado como el más grande escritor español de todos los tiempos, y uno de los mejores escritores universales. Su obra más conocida, la Historia de El Quijote de la Mancha, ha trascendido todas las fronteras y todas las culturas. El retrato más fidedigno que se conoce de Miguel de Cervantes se debe a su propia pluma, con la que trazó su «rostro y talle» en el prólogo a las Novelas ejemplares. Nació en 1547 en Alcalá de Henares. Era el cuarto hijo de los seis que tuvo el matrimonio Rodrigo de Cervantes y Leonor de Cortinas. El padre era cirujano-barbero, profesión de escasos ingresos y baja consideración social. Las estrecheces económicas, en las que sin duda se crió nuestro autor, forzaron a su padre a emprender un vagabundeo por Valladolid, Córdoba y Sevilla en busca de mejor suerte, nunca conseguida. Desde 1566 el cirujano-barbero se estableció definitivamente con su familia en Madrid, iniciando por esos años el joven autor su carrera literaria: primero, en 1567, con un soneto dedicado a la reina («Serenísima reina, en quien se halla»), con motivo del nacimiento de la infanta Catalina, la segunda hija de Felipe II. Después, en 1569, con cuatro poemas de corte garcilacista dedicados a la muerte de Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, que le pidió Juan López de Hoyos, rector del Estudio de la Villa, tratándolo de «caro y amado discípulo», para incluirlos en la Historia y relación de las exequias reales. Es posible que Cervantes se iniciara en la literatura bajo la supervisión y en la amistad del humanista y gramático López de Hoyos. Lo que sí es seguro es que Cervantes entró al mundo literario de la mano de la poesía. Esos tempranos inicios políticos se vieron truncados casi en sus comienzos, pues a finales de 1569, el joven escritor se instala en Roma como camarero del legado pontificio cardenal Giulio Acquaviva, al que serviría durante un tiempo para iniciar pronto su carrera militar. Allí tuvo Cervantes ocasión de familiarizarse con la literatura italiana del momento, tan influyente en su propia obra. Abandonó el ambiente pontificio en 1570, para entrar en el servicio militar, entonces absolutamente voluntario, en el que desde luego no le sonreiría nunca la fortuna. Se alistó primero en Nápoles a las órdenes de Alvaro de Sande, para sentar plaza después, con toda seguridad, en la compañía de Diego de Urbina, del tercio de don Miguel de Moncada, bajo cuyas órdenes se embarcaría en la galera Marquesa, junto con su hermano Rodrigo, para combatir, el 7 de octubre de 1571, en la batalla naval de Lepanto. Aunque en aquellos días sufría de fiebres, luchó con valor, pues recibió dos arcabuzazos en el pecho y uno en la mano izquierda, que se la dejaría inutilizada para siempre. A cambio, quedaría inmortalizado como El manco de Lepanto y conservaría hasta su muerte el orgullo de haber participado en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros. Ya recuperado de sus heridas en Mesina, en 1572 se incorporó a la compñía de don Manuel Ponce de León, del tercio de don Lope de Figueroa, dispuesto a seguir como soldado, pese a tener una mano lisiada. Participó en diversas campañas militares en los años siguientes, pasando gran parte de su tiempo en los aburridos cuarteles de invierno de Mesina, Sicilia, Palermo y Nápoles. Cansado de tal modo de vida, unos tres años después Cervantes decide regresar a España, no sin obtener antes cartas de recomendación del propio don Juan de Austria, reconociéndole sus méritos militares, con intención de utilizarlas en la Corte para obtener algún cargo oficial. Así, en 1575 embarca en Nápoles, junto con su hermano Rodrigo, en una flotilla de cuatro galeras que parten rumbo a Barcelona, con tan mala suerte que una tempestad las dispersa y precisamente El Sol, en la que viajaban Cervantes y su hermano, es apresada, ya frente a las costas catalanas, por unos corsarios berberiscos al mando del renegado albanés Arnauti Mamí. Los cautivos son conducidos a Argel y Miguel de Cervantes cae en manos de Dali Mamí, apodado El Cojo, quien, a la vista de las cartas de recomendación del prisionero, firmadas por el gran capitán mediterráneo Juan de Austria, fija su rescate en 500 escudos de oro, cantidad prácticamente inalcanzable para la familia de su padre el cirujano. Así se inicia el periodo más terrible de su vida: cinco largos años de cautiverio en las mazmorras o baños argelinos (1575-1580), que dejarían una huella indeleble en la mente del escritor, normalmente traducida en una continua exaltación de la libertad: «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres» (Quijote, II, 58). Tras repetidos intentos de fuga, al final fue liberado gracias al rescate pagado por el fraile trinitario fray Juan Gil, con las monedas obtenidas de sus recorridos pedigüeños por la geografía española. El 27 de octubre llega a las costas españolas y desembarca en Denia (Valencia). Pretendió largo tiempo algún puesto oficial, especialmente en América, a donde quería viajar. Después de ser mandado a Orán y luego a Lisboa, sigue empeñado en un puesto en América, y as&icute; en 1582, dirige una solicitud a Antonio de Eraso, que le es denegada. Nunca le fueron recompensados sus méritos militares. Dedicado de lleno a las letras, en el mundo literario del Madrid de finales del siglo XVI, mantiene relaciones amistosas con las más altas plumas de la época: Laínez, Figueroa, Padilla, etc.) y se dedica a redactar La Galatea, que vería la luz en Alcalá de Henares, en 1585. Sigue también muy de cerca la evoluci?n del teatro, acelerada por el nacimiento de los corrales de comedias, y se empapa de las obras de Argensola, Cueva, Virués, etc., llevando a cabo una actividad dramática muy fecunda no ajena al éxito. En 1584 se casa con Catalina de Salazar y Palacios, encuentra un empleo como proveedor de víveres de la Armada Invencible y va a verse mezclado en asuntos oscuros que le llevan de nuevo a prisión aunque es liberado al demostrarse su inocencia. En 1585 se da a conocer en el mundo de las letras gracias a una novela pastoral muy del gusto de la época, La Galatea. En 1604 se instala en Valladolid, ciudad a la que se había trasladado la Corte y vuelve a prisión aunque es liberado al demostrarse su inocencia. En 1605 se publica la primera parte de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha. España acoge esta obra con gran entusiasmo y Cervantes decide dedicarse por entero a la creación literaria. En 1608 se instala en Madrid donde continúa escribiendo con grandes apuros económicos. En 1613 se publican sus Novelas Ejemplares en las que presenta dos géneros diferentes: en unas relata, transponiéndolas, las aventuras amorosas del autor, en otras hace hablar a los seres y describe los diferentes aspectos de la sociedad. En 1614, Cervantes publica una obra crítica literaria Viaje al Parnaso y se da a conocer como dramaturgo con Numancia, ocho Comedias y Entremeses. En 1615 se publica la segunda parte del Quijote a modo de conclusión de la primera. Antes de morir en Madrid, deja el manuscrito de Los Trabajos de Persiles y Segismunda, ejemplo destacado del tipo de novela de caballería que él mismo había ridiculizado en Don Quijote. Muere en 1616 aunque desconocemos la fecha exacta. El 23 de abril es enterrado en un lugar desconocido del Convento de los Trinitarios de Madrid. |