Autor
Biografía :
Francisco Ibáñez Talavera nació el 15 de marzo de 1936 en Barcelona. Antes de iniciarse en el mundo de la historieta gráfica trabajó en el Banco Espa˜ol de Crédito. Publicó su primer dibujo a los siete años en la sección «Colaboraciones de nuestros lectores» de la revista Chicos. Durante varios años alterna el trabajo en el banco con su vocación hasta que en 1957 se decide a dar el gran paso y se dedica exclusivamente a trabajar para la Editorial Bruguera.
El veinte de enero de 1958 aparece la primera historieta de Mortadelo y Filemón en el número 1394 de la revista Pulgarcito. A partir de aquí y durante los años sesenta Ibáñez publica en diferentes revistas sus mejores personajes: Mortadelo y Filemón, La familia Trapisonda (Pulgarcito 1418 – 07/07/1958), 13, Rue del Percebe (Tiovivo 0 – 06/03/1961), El botones Sacarino (DDT 628 – 27/05/ 1963), Rompetechos (Tiovivo 161 – 06/04/1964) y Pepe Gotera y Otilio (Tiovivo 269 – 02/05/1966) que destacan entre todos los creados por Ibáñez.
En 1969 se publica El Sulfato Atómico, primera historieta larga en formato de álbum con una cuidada realización de guión y dibujo. En los años setenta Ibáñez crea algunas aventuras que se van a convertir en clásicos de la historieta española: ¡Valor y al toro!, Contra el «Gang» del Chicharrón, El caso del bacalao, Chapeau el Esmirriau, La máquina del cambiazo..
La creciente popularidad del personaje hace que sea traducido a once idiomas diferentes y que Ibáñez se dedique cada vez más en exclusiva a Mortadelo y Filemón. El 16 de noviembre de 1970 nace la revista Mortadelo a la que seguirán una serie de publicaciones con el nombre de Mortadelo como Mortadelo especial, Mortadelo gigante, Super Mortadelo, y las ediciones especiales de sus aventuras en las colecciones Olé, Magos del humor y Super humor.
En los años 1969 – 1974 – 1975 y 1976 recibe el premio «Aro de Oro» a los personajes infantiles más populares del año por Mortadelo y Filemón.
En 1985 Ibáñez deja Editorial Bruguera y tras su paso por Grijalbo entra en el año 1988 en EDICIONES B, donde Mortadelo y Filemón vuelve a editarse con regularidad y su autor consigue dotar al personaje de los elementos precisos para seguir contando con la fidelidad de los lectores. Durante estos años se editan aventuras que contribuyen a aumentar la fama de Mortadelo y Filemón como ¡Pesadilla…!, Dinosaurios, El Racista, 100 años de cómic, El tirano (uno de los mayores éxitos editoriales de la serie Mortadelo), Siglo XX qué progreso!, La vuelta y ¡Llegó el euro!
En 1994 se le entrega el «Gran Premio del Salón del Cómic» al conjunto de su obra y en el 2002 se le concede la «Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2001».
Durante el año 2002 Ibáñez publica entre otras obras dos de los títulos más celebrados por el público, Misión Triunfo y El estrellato. Ya en el año 2003 no podemos dejar de hablar del gran éxito que está cosechando en todas las pantallas cinematográficas la película basada en el cómic de Ibáñez, «La gran aventura de Mortadelo y Filemón», una muestra más de lo arraigada que está en el público de todas las edades la genial creación de Francisco Ibáñez.
En la actualidad el autor realiza seis aventuras completas al año las cuales se publican en Alemania y España. La realización de sus guiones se basa en temas de actualidad políticos y sociales, ha modernizado el lenguaje y las situaciones de sus personajes, llegando a un estilo y calidad que lo han transformado en un autor creativo infatigable que ha conquistado a tres generaciones con los personajes más populares del cómic español.
Le fue concedido el Gran Premio del Salón del Cómic 1994 por el conjunto de su obra. Este galardón, entre tantos otros recibidos hasta la fecha, significó el reconocimiento a una de las carreras más importantes y prolíficas de la historia española.
Argumento
Argumento:
Mortadelo y su jefe Filemón son los agentes secretos más torpes del Universo. Trabajan para la T.I.A. (Técnicos Investigación Aeroterraquea), una clara parodia de la CIA, bajo el mando del Superintendente Vicente (el «Súper») y que serán ayudados por los inventos del Doctor Bacterio, que siempre resultarón un desastre.
Asimismo, luego aparecerán otros personajes asiduos como la secretaria del Súper, la Srta. Ofelia, o el agente Bestiajez…
El «Súper» siempre les endosa los casos más inverosímiles, bien porque son casos demasiado peligrosos para arriesgar a otros agentes o bien porque no le queda nadie más a quien encargárselos. Y es que el «Súper» no tiene muy buen concepto de Mortadelo y Filemón ya que siempre acaban metiéndole en algún tremendo lío.
En la colección de Mortadelo y Filemón y otros personajes de Ibañez, encontraremos reunidos en 5 tomos tanto a Mortadelo y Filemón como a Rompetechos, El botones Sacarino, Pepe Gotera y Otilio y los 13 Rue del Percebe, así como varias historietas dedicadas a biografías de personajes reales y de ficción como por ejemplo: Papá Nöel, Sócrates, Caruso, Cook, Miguel Strogoff, Nijinsky, Marco Polo, Matusalén, Galileo, Rey Arturo,
Graham Bell, Moby Dick, Sitting Bull, Simba, Livingstone, Robinson, Carmen, Sansón, El Hombre Invisible,
El Hombre Lobo, Alí Babá y los 40 Ladrones, El Gran Houdini y Baco.
Personajes
Mortadelo, a pesar de no ser el jefe, es el auténtico protagonista de estas historietas. Este larguirucho que va siempre enfundado en su levitón negro (excepto cuando se prueba uno de sus infinitos disfraces), calvo como una bombilla y algo corto de vista, es sin duda, el personaje más famoso de F. Ibáezñ.
Cuando nació Mortadelo, sus padres enseguida se dieron cuenta del asombroso parecido que tenía con una mortadela y siguiendo con la tradición familiar de no estrujarse mucho el cerebro, decidieron ponerle el nombre de Mortadelo.
Desde bien pequeño empezó su afición a los disfraces y pronto se convirtió en un joven guapetón. Lucía una hermosa melena de pelo negro y era conocido como Mortadelo el «Melenudo» pero sólo hasta que conoció al profesor Bacterio, un biólogo famoso, que le dio una fricción con un invento suyo para no tener que preocuparse jamás por la caída del cabello. Efectivamente la loción funcionó y Mortadelo se quedó más calvo que una bola de billar.
Entonces decidió utilizar una indumentaria que le hiciera pasar desapercibido ante los ojos del mundo: una levita negra que le hace parecer más una longaniza que otra cosa. Poco después, buscando trabajo, conoció al que sería su inseparable compañero, Filemón.
Ambos se presentaron para un puesto de jefe en una Agencia de Información pero Filemón fue más rápido que él y le sacudió un porrazo en toda la cabezota cuando iban a entrar en la Agencia. Desde entonces Filemón es el jefe y él, el ayudante.
Mortadelo pasa los ratos libres entre el billar y los bares y ahí dónde le vemos es un auténtico mujeriego. Su familia viene de Borricón de Arriba pero vive con Filemón en una pensión que es un asco. Gracias a su trabajo en la T.I.A., Mortadelo ha podido sacar lo mejor de sí mismo y con su ingenio y su capacidad para tener el disfraz apropiado para cada ocasión (tan pronto puede ser un león, como una bombilla o una bailaora flamenca) resuelve los casos más complicados e inverosímiles.
Mortadelo y Filemón serán chapuceros hasta la médula pero, como dice su creador F. Ibáezñ, «son humanos y no los clásicos héroes».
Filemón Pi, es el jefe de Mortadelo y el teórico cerebro de la pareja. Filemón, cuyo nombre también tiene reminiscencias gastronómicas (tiene cara de filete), es un calvo con dos únicos pelos en la cabeza, un poco rácano y que, cuando se enfada, tiene muy mala uva.
Siempre lleva camisa blanca, pantalón rojo y pajarita. De pequeño, Filemón fue un niño de alta cuna (más que nada porque unos vecinos que eran jugadores de baloncesto les dejaron su cuna) y fue educado en el amor a la música hasta que le chafó la mano al profesor de música con la tapa del piano. El niño era rebelde, travieso, torpe y mal estudiante. Pero cuando creció siguió siendo rebelde, travieso, torpe, y mal estudiante.
Eso sí, era un muchacho con iniciativa y al volver de la «mili» decidió presentarse para un empleo que leyó en el periódico: «Se necesita jefe y ayudante». Se preparaba su primer encontronazo con Mortadelo. Ambos se presentaron al empleo pero al final Filemón fue más rápido y le propinó un porrazo en la cabezota a Mortadelo justo cuando iban a entrar en el lugar donde ofrecían el empleo. Desde entonces Filemón es el jefe y Mortadelo el ayudante y empezaron a trabajar juntos en la Agencia de Información.
Pero muy pronto, y no por casualidad, todo se fue al garete. Fue entonces cuando tuvieron la oportunidad de presentarse a unas oposiciones para la T.I.A. (Técnicos en Investigación Aeroterráquea). Filemón quedó primero de la promoción y Mortadelo segundo. En realidad sólo se presentaron ellos dos. Así empezó la etapa más brillante de su carrera, fueron reclutados como agentes secretos y empezaron a trabajar a las órdenes del Súper.
Filemón es ahora un melómano convencido, gran coleccionista de discos de 36 revoluciones y siete motines y de cuadros al óleo y a la vinagreta. Como Mortadelo, es un solterón empedernido pero no duda en pelearse con él por la atención de una chica hermosa. Lo malo es que con ése siempre tiene las de perder, no en vano casi todas las historietas terminan con Filemón persiguiendo a Mortadelo después de alguna de sus meteduras de pata o abroncándole porque, por su culpa, el Súper los quiere descuartizar.
Superintendente Vicente, es el jefe de Mortadelo y Filemón, más conocido como el «Súper». Siempre lleva un traje azul impecable y luce un enorme mostacho negro debajo de su narizota. Es un mandón de mucho cuidado y se encarga de encomendar las misiones a los agentes. Si algo sale mal, él es quien tiene que responder ante la dirección. No es de extrañar pues que monte en cólera cada vez que Mortadelo y Filemón hacen alguna trastada de las suyas.
La organización, conocida como la T.I.A. (Técnicos en Investigación Aeroterráquea), vela por la seguridad de los ciudadanos manteniendo a raya a todo tipo delincuentes y maleantes. Es común ver a los agentes viajar en las condiciones más ridículas: en burro, en un camión de gorrinos o en el ala de un avión. Y es que en la T.I.A. no tienen mucho presupuesto.
Hay quien la ha visto como una C.I.A. a la española. Los métodos que utilizan para llamar a sus agentes son también de lo más curiosos: un paquete que se autodestruye después de dejar el mensaje, teléfonos escondidos en una plancha o emisarios que salen de un armario. Lo que Mortadelo y Filemón saben es que, cuando el «Súper» les llama, deben acudir siempre raudos y veloces al cuartel general si no quieren exponerse a ser víctimas de uno de sus coléricos berrinches.
Una vez allí, el «Súper» les endosa los casos más inverosímiles, bien porque son casos demasiado peligrosos para arriesgar a otros agentes o bien porque no le queda nadie más a quien encargárselos. Y es que el «Súpe» no tiene muy buen concepto de Mortadelo y Filemón ya que siempre acaban metiéndole en algún tremendo lío. Es común verle al final de las historietas persiguiéndoles furioso por algún remoto paisaje, armado con algún objeto contundente y con la firme intención de darles un buen escarmiento.
El Profesor Bacterio es un curioso inventor lunático. De su aspecto físico poco se puede decir: está prácticamente calvo y luce siempre una frondosa barba. Al parecer, detrás de esa informe mata de pelo se esconde un rostro no muy agraciado. Suele llevar una bata blanca y es capaz de dar con los inventos más extravagantes.
Fuente inagotable de artilugios prodigiosos y disparatados, este científico loco trabaja para mejorar el armamento y los recursos de la organización. Sin embargo sus inventos siempre sufren algún «pequeño» error que acaba provocando un sinfín de situaciones disparatadas. Cuando él se propone algo podemos estar seguros de que su experimento conseguirá cualquier cosa excepto lo que él se había propuesto.
El Profesor Bacterio trabaja en exclusiva para la T.I.A., desarrollando siempre nuevos y revolucionarios inventos. Cada vez que el Profesor descubre algún nuevo artilugio, el Súper hace llamar a Mortadelo y Filemón para que experimenten con él. Por eso no es de extrañar que nuestros dos agentes secretos no lo puedan ni ver.
Además, hay que decir que cuando el Profesor Bacterio trabajaba como biólogo probó con Mortadelo, por aquel entonces conocido como el melenudo, una infalible loción anticaída. Mortadelo se quedó calvo como una bola de billar y desde entonces no lo soporta. Cuando se dirige a él lo llama «chivo loco» o «inventor chiflado» y es común que sus historietas terminen con Mortadelo y Filemón persiguiéndole con la firme intención de hacerle pagar caros sus experimentos.
La Señorita Ofelia es la secretaria del «Súper». Se trata de una rubia con mucho carácter que, aunque está algo rellenita, es muy coqueta. En cuanto tiene un momento libre le encanta sentarse para pintarse o limarse las uñas. Casi siempre lleva un vestido rojo muy ceñido y unas botas negras que le llegan casi hasta la rodilla. Sin embargo no renuncia a probarse otros modelitos porque según dice, una mujer como ella no debe esconder sus encantos.
Aunque no quiere reconocerlo, está claro que le sobran algunos kilitos, y Mortadelo y Filemón se aprovechan de sus manías para gastarle constantemente bromas de lo más pesadas (nunca mejor dicho). A pesar de todo Ofelia no se amilana ante nada y tiene una mala leche que espanta. Cuando se enfada es capaz de cometer cualquier barbaridad.
Además es un poco susceptible. Cualquier pequeño comentario que provenga de alguno de los dos agentes secretos se lo toma tan a pecho que, aunque no se refiera a ella, hace que enseguida se mosquee.
La señorita Ofelia es el último personaje que se incorporó a la histiorieta y desde que llegó a las oficinas del cuartel general de la T.I.A. está prendada por los encantos de Mortadelo que, para su desgracia, no le hace ni puñetero caso y huye de ella en cuanto puede. Eso sí, como secretaria, el «Súper» no tiene queja de ella ya que por el momento cumple sobradamente con el poco trabajo que tiene.
El Botones Sacarino es el botones de «El Aullido Vespertino», el periódico local. Su trabajo se limita a resolver pequeños desperfectos y a hacer algunos recados. Sacarino es un muchacho tranquilo, más bien torpe y algo travieso. Siempre va vestido con un ridículo uniforme rojo y, como no suele haber mucho trabajo, se pasa los días meneándose por la redacción a sus anchas buscando algo divertido que hacer.
Su existencia sería muy feliz si no fuera porque tiene que aguantar a un director que está siempre de mala uva. El «dire» pasa de ser tirano y autoritario con el botones, a ser el individuo más pelota del mundo cuando está con su jefe, el presidente del periódico. Pero, por suerte, también es un especialista en meter la pata y, ante el «presi», siempre acaba pagando él por los desperfectos que provoca el botones Sacarino.
Rompetechos es un hombrecillo más bien bajito, siempre ataviado con su traje oscuro, con tres pelos que le cubren la calva, un discreto bigote y, lo que le ha hecho famoso, más cegato que un topo. Ni siquiera con sus gafas de culo de botella es capaz de ver tres en un burro.
El pobre Rompetechos es capaz de meterse en los líos más gordos que se pueda uno imaginar. Y es que el hombre no ve ni torta. Incluso puede llegar a confundir a su mejor amigo con un burro o de ir a comprar gorros al bar «Los Chorros». Eso sí, es más testarudo que una mula y cuando algo se le mete entre ceja y ceja no se detiene ante nada ni nadie.
A pesar de todo, Rompetechos, no deja de ser un personaje entrañable e ingenuo que, lejos de desearle ningún mal a nadie, es capaz de provocar los malentendidos más disparatados que se puedan imaginar.
Pepe Gotera es el capataz; un sabelotodo con traje oscuro, bombín rojo y mostacho que se limita a tratar con los clientes y a mandar a Otilio a que haga las faenas. Es un mandón que nunca se mancha las manos. A Otilio, esto ya le va bien porque es incapaz de hacer nada sin que su capataz se lo ordene (perdió cualquier iniciativa poco después de nacer y jamás la ha vuelto a encontrar).
Otilio es un gordinflón bruto, torpe y glotón, que siempre necesita tener algo que meterse en la panza y que, si está realmente hambriento, es capaz de comerse tuercas como si fueran rosquillas.
Cuando estos dos personajes decidieron asociarse y crear «Pepe Gotera y Otilio, Chapuzas a domicilio» sus futuros clientes no podían sospechar lo que se les venía encima. No es de extrañar pues que cuando este par de desastrosos chapuceros llegan a una casa armen unos líos de mucho cuidado.
13 Rue del Percebe, como bien dice el título, el número 13 de la Rue del Percebe es una casa con guasa. En este destartalado edificio convive toda una serie de personajes a cuál más disparatado.
En el ático vive un moroso de mucho cuidado que siempre se las ingenia para que sus acreedores las pasen canutas. Justo debajo de él vive el caco más torpe del barrio, un especialista en robar cosas inútiles.
Entre los demás vecinos encontraremos también a un par de gemelos muy traviesos, una anciana peligrosísima, un sastre que no es precisamente muy diestro con las agujas, un veterinario que está siempre en apuros y un ama de casa un tanto maniática.
En la planta baja conviven el charcutero, un tipo rácano que vende de todo, y la portera del edificio, una mujer que tiene recursos para resolver cualquier situación.
Todos juntos forman el vecindario más curioso y divertido de la historia del cómic.